jueves, 28 de mayo de 2015

La poesía de 1939 a finales del siglo XX. Tendencias, autores y obras principales



La segunda mitad del siglo XX está condicionada por la Segunda Guerra Mundial y por la Guerra Fría. El llamado Estado del Bienestar llevó a la sociedad al consumo de masas, lo que provocó una violenta reacción juvenil contra el orden establecido en mayo del 68. El final de siglo ha visto la desintegración de la URSS, la formación de la Unión Europea y en 2001, la destrucción del World Trade Center, que junto con los avances científicos-tecnológicos han transformado radicalmente el mundo. En el ámbito del pensamiento, las corrientes ideológicas que más han influido son el marxismo y el existencialismo y, en los últimos años, movimientos filosóficos englobados bajo el rótulo de la posmodernidad.
En España se vive un largo periodo bajo el régimen franquista (1939-1975), que pasa por la autarquía y el aislamiento en los años 40, un cierto aperturismo en los años 50 y el “desarrollismo” de los años 60. A la muerte de Franco, se restaura la monarquía con Juan Carlos I y se promulga la Constitución y el Estado de las Autonomías en 1978.
Tras la Guerra Civil, nos encontramos un panorama empobrecido por la muerte  y el exilio de los grandes poetas (solo permanecen en España Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre), así como un profundo aislamiento por el ambiente de posguerra. Miguel Hernández, sirve de nexo con la generación poética posterior desde la cárcel (Cancionero y romancero de ausencias).
En la poesía de los años 40, las principales tendencias de los autores de la llamada Generación del 36 son la poesía arraigada, cultivada por autores complacientes con el régimen de la dictadura, reflejan un mundo armónico y ordenado, desde las revistas Escorial y Garcilaso, con formas clásicas como el soneto y temas tradicionales como el paisaje, el amor y la religión (Leopoldo Panero -La estancia vacía-, Dionisio Ridruejo, Luis Rosales…); y la poesía desarraigada, de tono trágico, existencial, lenguaje apasionado y directo y utilización del versículo, reflejan el dolor, la desesperación y la angustia del ser humano ante un mundo caótico; aparece en 1944 con la publicación de Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, y la aparición de la revista Espadaña (Victoriano Crémer, Eugenio de Nora, Carlos Bousoño...).
Otras tendencias minoritarias en los 40 fueron el postismo, en la línea vanguardista heredera del surrealismo y el dadaísmo (Carlos Edmundo de Ory, Juan Eduardo Cirlot); y por otra parte, el grupo “Cántico” en Córdoba, que cultivan una poesía intimista, de gran rigor estético (Ricardo Molina, Pablo García Baena).
La publicación de Historia del corazón (1954), de Vicente Aleixandre, Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero, y Cantos íberos, de Gabriel Celaya, señalan el paso de la angustia existencial a la poesía social que predomina en los años 50. La poesía quiere ser testimonio crítico de la época y pretende denunciar la injusticia. El poeta se dirige a la “inmensa mayoría” con un estilo claro, sencillo, coloquial, a veces prosaico, para hablar del tema de España, de la solidaridad, el anhelo de libertad, la injusticia social... Aparte de Blas de Otero y Gabriel Celaya, podemos incluir también a José Hierro.
En los 60, la llamada Generación del 50 o Generación del medio siglo, cuya existencia es muy discutida, empieza a alejarse de la poesía social: Ángel González (Áspero mundo), José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente,  Claudio Rodríguez... A pesar de su diversidad, tratan temas personales e íntimos como la evocación de la infancia y de la adolescencia, la amistad, el erotismo... con un estilo poético muy depurado, natural, irónico y humanista,  con poemas de estructura muy elaborada y predominio del verso libre.
En 1970, el  crítico José Mª Castellet dio a conocer a los llamados novísimos, donde se pueden incluir a Antonio Martínez Sarrión, Manuel Vázquez Montalbán, José Mª Álvarez, Pere Gimferrer (Arde el mar), Guillermo Carnero, Leopoldo Mª Panero, Juan Luis Panero, Antonio Carvajal, Antonio Colinas, Luis Alberto de Cuenca... Rechazan la métrica tradicional, buscan el experimentalismo formal y lingüístico, propugnan el culturalismo (incluyendo mitos contemporáneos del cine) y el elitismo, el gusto por lo decadente, lo exquisito y lo refinado.
Los últimos años de la poesía española significan la coexistencia de varias promociones y tendencias, aunque predomina la reacción contra los Novísimos por medio fundamentalmente de la de poesía de la experiencia, con estructura narrativa, rechazo del irracionalismo y acercamiento a la poesía clásica, con un tono irónico, intimista, conversacional y temas cotidianos y urbanos: Luis García Montero (Habitaciones separadas), Felipe Benítez Reyes, Carlos Marzal... Otras tendencias son el surrealismo de Blanca Andreu, el erotismo de Ana Rosseti o la poesía épica con César Antonio Molina.
En la actualidad, la gran fuerza de las nuevas tecnologías (Internet, autopublicación, blogs, ebooks...) impulsan que las corrientes se dispersen aún más, aunque podemos destacar a  Andrés Sánchez Robayna o Elena Medel (Mi primer bikini).

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