A. Aspectos externos a la obra
1. Localización. Esta novela de 1975 es la primera publicada por el autor barcelonés Eduardo Mendoza, y supuso una revelación en aquel momento, al conjugar las técnicas experimentales con un renovado interés por la intriga argumental. Más adelante triunfaría con otros títulos como La ciudad de los prodigios (1986).
B. Aspectos propios de la obra
1. Argumento y estructura. Los hechos narrados, basados en los recuerdos del personaje Javier Miranda, suceden en la Barcelona del periodo 1917-1919, agitada por conflictos sindicales y revolucionarios. El personaje, a medio camino entre su simpatía por la causa obrera y su trabajo al servicio del enigmático y poderoso industrial Lepprince, se ve envuelto también en una historia amorosa con María Coral, cabaretera de origen gitano. Todo ello se une al hilo conductor de la novela: la investigación acerca del asesinato del industrial catalán Savolta, que se complica también con otros asesinatos.
La estructura externa se presenta dividida en dos partes, de cinco capítulos la primera y de diez la segunda; a su vez, los capítulos se dividen en secuencias muy heterogéneas en cuanto a punto de vista, lenguaje…, y que no siguen un orden cronológico. Esta complejidad, propia de una técnica caleidoscópica, va decreciendo de manera que, aunque exige un esfuerzo del lector, todo acaba encajando y aclarándose. Los cinco últimos capítulos de la segunda parte siguen un orden lineal y unos patrones narrativos tradicionales.
2. Temas e intención. El trasfondo histórico apunta al tema de la lucha sindical y, por extensión, el retrato de la sociedad barcelonesa de aquel periodo; ahora bien, aunque se denuncien los abusos de los patronos, también entre los trabajadores hay gentes ridículas y desaprensivas que merecen la sátira del autor. Subyacen asimismo temas más permanentes, como la ambición, el poder del dinero, el amor… No olvidemos tampoco la sensación de fracaso del protagonista, Javier Miranda, que se puede hacer extensiva al resto de los personajes, y que da a la obra un cierto alcance existencial.
3. Fuentes. El autor integra en la obra elementos heterogéneos procedentes de diversos subgéneros, en especial el policiaco (todo se articula en torno al pleito judicial posterior a los hechos, que se aclara al final) y el de folletín (misteriosas apariciones, interés por los bajos fondos, altibajos sentimentales…), tratados con cierta ironía. Introduce también informes y declaraciones judiciales, cartas, textos periodísticos…
4. Personajes. Los personajes son muy numerosos y constituyen un cuadro muy vivo de la Barcelona de la época, en todos sus estamentos sociales, con preferencia por los extremos: alta burguesía y gentes del submundo marginal, que el autor retrata casi siempre con ironía no exenta de humanidad. Pero el protagonista, y narrador de buena parte de la historia, es Javier Miranda, marcado por la lucha entre sus nobles impulsos y la debilidad de su carácter, que le lleva a la indignidad y a la conciencia de fracaso. Lepprince es el individualista ambicioso y sin escrúpulos: enigmático, frío y obsesionado por el poder, acaba siendo víctima de su propia trama. Y María Coral, surgida de la miseria, aprovecha su gran poder sobre los hombres pero es a la vez frágil y vulnerable, tan pronto dulce como perversa, con algo de heroína de folletín. Otras grandes creaciones, que solo podemos mencionar, son el periodista Pajarito de Soto, el abogado Cortabanyes, la delicada María Rosa Savolta, el astuto comisario Vázquez… Hay algunos retratos magníficos de algunos de ellos, pero no de los principales, cuyos rasgos físicos no se nos dan. Y todos tienen en común el hecho de que no cumplen sus objetivos.
5. Cuestiones de género: punto de vista narrativo, espacio, tiempo… Como decíamos, la novela presenta cierta complejidad técnica: en cuanto al punto de vista, junto a la primera persona del narrador interno protagonista Javier Miranda, aparece la tercera persona omnisciente, además de documentos que aportan otros puntos de vista, lo que propicia el uso del perspectivismo (diversos enfoque en un mismo hecho). En cuanto al espacio, las descripciones, siempre de ambientes eminentemente urbanos, tienen gran funcionalidad para reforzar estados de ánimo y situaciones; así sucede con el cabaret, el salón de baile, el Barrio Chino, el balneario y tantos otros. Sobre el tiempo, ya hemos visto que el orden de la historia y el de relato no coinciden; hay dos planos: el del recuerdo de Javier en torno al pleito, y el de los hechos que años atrás (en 1917-19) provocaron ese pleito; a su vez, esos hechos también se presentan desordenados, con retrospecciones o saltos atrás, sobre todo en la primera parte. En todo caso, el tiempo externo o histórico se refleja con precisión y desempeña un papel importante en la novela.
6. Lenguaje. La heterogeneidad de elementos que componen la novela da lugar a un lenguaje muy variado. El autor puede parodiar el tono de un folletín, de un informe policial, de un artículo de prensa o de un encendido discurso revolucionario; en ocasiones, al recrear ambientes y situaciones de la alta burguesía, adopta un estilo decadentista de sabor decimonónico. Aunque hay momentos de lirismo, predomina siempre un ligero humor distanciador. Muestra así un gran dominio del lenguaje, patente también en los vivos y sabrosos diálogos, a veces refinados y retóricos, a veces naturales e incluso soeces, casi siempre con un trasfondo de ironía.
7. Conclusión valorativa. Estamos ante una obra sorprendente por su variedad, que no le resta armonía: el interés del argumento y de su fondo social e histórico queda realzado por su complejidad técnica, que no resulta un obstáculo, sino más bien un estímulo, para su comprensión.